20 dic 2012

018_Intervención en el Estrecho

Os dejamos aquí el enlace del trabajo que hemos realizado para la asignatura de Fundamentos del Habitar_FH de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla_ETSA. 

El objetivo de nuestra propuesta consiste en establecer en un punto medio de la travesía marítima entre Tarifa-Tánger una instalación. El fin de nuestra instalación es conectar ambos continentes sin alterar el medio en que se encuentra localizado, una instalación que no suponga una gran infraestructura -como son las propuestas sugeridas del Túnel ferroviario y del puente que conectarían España y Marruecos. 
La instalación sería un espacio habitable por todos, sería un espacio público destinado a contemplar el paisaje, la fauna marina o, simplemente un espacio para estar y disfrutar de todas las sensaciones que te transmite el paisaje. 



8 dic 2012

017_ ~Un día en TángeR~

...tan lejos y al mismo tiempo tan cerca...
... Europa-África, España-Marruecos, Cádiz-Tánger

30 kilómetros de océano Atlántico son los que separan el puerto de Tarifa del Puerto de Tánger; 30 kilómetros que son los necesarios y suficientes para separar a dos culturas totalmente diferentes, dos formas de vidas dispares, dos ciudades con diferente arquitectura, diferente organización, diferentes paisajes y diferente ambiente. 

El pasado 5 de Diciembre del 2012, emprendimos un breve pero intenso viaje a Tánger, cuya duración sería, de solo un día, pero que nos aportaría multitud de experiencias y sensaciones que jamás podremos olvidar. Nos ha abierto las puertas hacia un nuevo mundo, una realidad paralela a la nuestra pero que también existe, que ocupa su lugar en el continuo espacio-tiempo y está ahí dispuesta a ser vivida.
El viaje comenzó cruzando el estrecho de Gibraltar en el ferri. Algo que para cualquiera de nosotros puede antojarse fácil en la medida de nuestras posibilidades, y que sin embargo es tan difícil para la multitud de personas que viven en el continente africano y cuyo sustento económico no alcanza para ofrecerles una vida digna. 
Fue en este momento cuando pudimos observar la gran proximidad entre ambas orillas y pudimos a su vez comprender el por qué miles de personas se echan al mar para poder cruzar el estrecho y buscar una vida mejor. 



Nada más llegar al nuevo continente, alguno que otro local se te acercaba, quizás ofreciendo sus servicios como guía, pidiendo un poco de dinero o comida, o simplemente con la intención de charlar un rato. Es increíble cómo en una ciudad donde hay un alto porcentaje de personas que viven en la pobreza, se vive en un continuo ambiente de júbilo, amabilidad y respeto hacia los demás.
Una vez conseguimos adentrarnos en la ciudad, era asombroso poder pasear por sus calles, poder convivir con sus gentes y poder admirar aquel paisaje que parecía en algunos casos dejado de la mano del hombre, y en otros sacado de alguna de esas leyendas árabes. 

Sus habitantes no sentían ningún reparo en parase a charlar con cualquiera de nosotros, ofrecer algunos de los productos de sus tiendas o guiarnos en los casos en que la orientación jugaba una mala pasada. Aún así, era bastante notable el cambio de mentalidad y forma de vivir de un lugar y otro. Quizás en uno de los ambientes donde más notamos ese cambio fue en el mercado situado junto al zoco. Decidimos olvidarnos de todos los prejuicios creados sobre el trato que se le da a la comida  y su estado de conservación en estos pueblos y nos aventuramos a pasear por el mismo. 


Realmente supuso un gran shock esa mezcla de olores que se creaba en ese espacio de tan reducidas  dimensiones y tan poco ventilado. A un lado podías encontrarte un puesto de carnes, principalmente pollo, y al otro un puesto de aceitunas o detergentes. Algo que para ellos es tan sumamente normal, a nosotros se nos antojaba realmente extraño, e incluso paradójico, y aunque para algunos no fue una experiencia muy grata, nos ayudó a meternos más en la piel y la cultura de nuestros vecinos del sur.


Parte de la tarde transcurrió paseando por las calles de Tánger, realizando algunas que otras compras -que nunca pueden faltar en estos sitios- y manteniendo en algunos casos algunas charlas fortuitas con algunos de los habitantes de la zona, cuyo español era fascinante poder escuchar. Fue en este momento cuando se hizo notable la gran ausencia de la mujer en la calle, puesto que el número de hombres excedía de forma exorbitante al número de mujeres.
Y de esta manera transcurrió la tarde hasta nuestra llegada al café Hafa. Quien haya visitado Tánger, sabrá de lo que le hablamos, puesto que este café se ha hecho mundialmente conocido por sus vistas y su peculiar localización y la verdad es que se lo tiene merecido.
Nada más llegar nos quedamos con la boca abierta, puesto que aunque ya habíamos visto diferentes imágenes del café, realmente la sensación que nos transmitió al poder contemplar tal paisaje fue sorprendente. 
Por suerte pudimos permanecer en este café durante un largo período de tiempo, mientras charlábamos con diversos compañeros y tomábamos el tradicional té, tan conocido por su dulzor y su aroma.
Una vez llegó la noche, hicimos un corto paseo por la zona más antigua de la ciudad. Hemos de decir que nos sorprendió muy gratamente ver el ambiente nocturno de la ciudad. Las calles poseían una particularidad y una belleza sublimes, por no mencionar la vida que brotaba en ella, los colores, las luces y la alegría siempre presente, producida por el ajetreo de los locales. Pudimos además pasear por las distintas callejuelas estrechas dotadas de miles de comercios, los cuales se iban agrupando como si de gremios se tratasen.
Y paseando, casi sin darnos cuenta, llegamos a la zona más occidental de la ciudad, y todo lo contemplado anteriormente casi parecía un sueño, una ilusión óptica esfumada en un suspiro. Es muy interesante analizar  la gran diferencia entre ambas zonas de la ciudad -la más tradicional y la más occidental- y como ambas se fundían en una sola. Miles de comercios abrían sus puestos y sus objetos a la calle en pos de que  cualquier transeúnte pudiera hacerse con alguno de ellos. Podría decirse que los comerciantes se adueñaban de la calle, se apropiaban del espacio público al mismo tiempo que lo dotaban de un sentido.

Era además muy curioso ver como esta zona presentaba una gran influencia parisina, decenas de comercios y alguna que otra calle presentaba un nombre francés o relacionado con el país galo, por no mencionar las edificaciones, cuya influencia también se vio afectada.
Ya bien entrada la noche, tuvimos que decirle adiós a Tánger, a esta ciudad que nos había acogido en un solo día y que nos había brindado el gusto de poder contemplar toda su belleza y  su cultura de una manera sublime. 


Hoy día, recordamos tanto los buenos recuerdos como los malos, tanto esos comercios llenos de alegría y esas plazas llenas de música tradicional, como esos niños cuyo aspecto era deprimente y que iban de turista en turista pidiendo algo para poder llevarse a la boca y esas miradas indiscretas que nos hacían sentir incómodas en algunos de los momentos. Sin duda,  será una de esas experiencias guardadas en un lugar de nuestro interior y no cabe duda de que algún día, tarde o temprano, volveremos...pues esta atractiva ciudad llamada Tánger ya nos ha cautivado. 

....y quién sabe que nos deparará el destino... quizás hasta volvamos a ir juntas :)